La
MORFOLOGÍA se ocupa, entre otras cosas, de clasificar las palabras que
tiene una lengua. En castellano hay ocho clases y esa clasificación se
hace según diferentes criterios. Como el objetivo es reconocerlas y
saber clasificarlas y no liarse usando cien mil criterios, me remitiré a
los funcionales siempre que pueda:
SUSTANTIVO:
sirve para nombrar cosas, personas, ideas. Se reconoce porque tiene
género y número y admite determinantes delante de él.
ADJETIVO:
sirve para asignar cualidades a los sustantivos. Se reconoce porque,
además de género y número, admite grado (positivo, comparativo,
superlativo), cosa que no le sucede al sustantivo. Así se distinguen
entre ellos. Ojo, no todos los adjetivos admiten grado, pero ya
hablaremos de ello más adelante.
DETERMINANTE:
el determinante actualiza al sustantivo. Actualizar quiere decir que lo
sitúa en un contexto determinado. No es lo mismo EL libro que ESTE
libro , NINGÚN libro o MI libro. Admite género y número y es parásito:
necesita del sustantivo para vivir, así que lo reconocemos porque no
puede aparecer solito en una frase.
PRONOMBRE:
sustituye al sustantivo y asume sus funciones. Casi todos admiten
género y número. Se diferencia del determinante porque sí puede aparecer
solo.
VERBO: es la palabra más fácil de reconocer: se conjuga. Sus morfemas son el tiempo, modo, persona y número.
ADVERBIO:
Asigna una circunstancia determinada. NO ADMITE MORFEMAS DE GÉNERO Y
NÚMERO. Esto es importante para distinguirlo de los adjetivos y los
pronombres, entre otros.
PREPOSICIÓN: sirve para unir palabras. Es invariable.
CONJUNCIÓN: sirve para unir frases, cláusulas u oraciones. Es invariable.
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